En pueblo de el Faique se encuentran los orígenes del mejor café del mundo, en su gastronomía posee una amplia variedad de platos típicos, los más destacados son:
Arvejitas con guineo, majadito de plátano con chicharrones, chancho con mote, tamales de maíz, choclo con cuy o queso, tortillas de maíz, pepián de maíz, sango con queso, conserva de sambumba, y la apetitosa caballa salada con guineo, entre otros.
Entre sus bebidas bandera del distrito está el coctel de café: “con aroma de mujer”, también ofrece el delicioso rompope, chicha de maíz, cañacito, cuy con papas, poncho al hombro, calentadito, guarapo, anisado, etc.
El Faique es bendecido con muchos encantos de la naturaleza, sus verdes paisajes, clima templado, aguas cristalinas, imponentes cerros, majestuosas cataratas, peroles, enigmáticos petroglifos, túneles subterráneos, lanzones de piedra.
Esta variedad de atractivos ofrece al visitante la oportunidad de interactuar con una ecología libre de agentes contaminantes y con entornos ideales para vivir al máximo la “adrenalina”, por ejemplo:
MIRADOR DE VILLAFLOR, con una caída de 400 metros de altura, apropiado para escalamiento y parapente.
MIRADOR DE HUAYANAY, vale la pena subir, desde su cima observamos el hermoso valle faiqueño y los paisajes del Huando hasta Serrán, respirar aire fresco, puro y perfumado por la naturaleza.
CATARATA SANTA ANA, caída de agua de 40 mts, de altura que ha erosionado al cerro formando una laguna de piedra, rodeada de un bosque de gran valor ecológico, que alberga elementales especies de flora y fauna. También encontrará la piedra de Moisés de donde emana agua milagrosa que cura los males y prolonga la vida.
PETROGLIFOS DE VILLAFLOR, Conjunto de 10 piedras grabadas con diversos glifos, como la MARCA PERÚ cuya antigüedad data de 7000 años A.C, a inicios de la Cultura Chavín. Los gráficos plasmados en las piedras son representaciones de figuras antropomorfas y zoomorfas; círculos y cuadrados concéntricos, así como rostros humanos.
Cada pueblo de esta misteriosa ciudad de Huancabamba tiene su magia y encanto, aquí otro lugar más de la larga lista; San Miguel de el Faique, distrito aun joven, de ecológica y belleza, con herencia e historia grabada en piedra, cuenta con una iglesia que acoge un arcángel.
Un mural que describe la historia del pueblo, un camino de chasquis y arrieros que unen costa y sierra, miradores de piedra que se elevan al cielo, así es San Miguel de el Faique, un paraíso por descubrir.
Su gente amable y trabajadora, que con devoción y esfuerzo dan vida a esta tierra,donde las nubes abrigan los andes y los riachuelos conservan su verdor, es la tierra del café, plátano y la naranja.
Pueblo de gente acogedora, sus antecedentes datan desde la época virreinal cuando don Juan Dávalos Cuba Maldonado, Juez y visitador de venta y composición de tierras, dio posesión al cacique principal de Huancabamba a don Cosme Chinguel.
Posteriormente estos predios pasan a manos de Doña Juana Manuela de Itumaga, sin embargo en la época de la república de los predios aparecen como parte de Palambla y como caserío de la provincia de Ayabaca, a partir de 1865 pasó a pertenecer a la provincia de Huancabamba, durante 39 años, luego en 1904 se integra al distrito de Canchaque con su capital Palambla.
Estas fértiles tierras prodigaron lo mejor de sus frutos a los primeros moradores y así fueron llegando ciudadanos de otras provincias e incluso del extranjero como el Sr. Manuel Eugenio Ramírez que emigró del país vecino del ecuador.
El nombre de nuestro distrito proviene del santo patrón que se celebra en el mes de setiembre, es decir, San Miguel Arcángel y por el nombre de un árbol que crece en la zona llamado Faique.
Se puede decir que el trabajo del campesino se caracteriza por depender principalmente de agentes externos tales como el clima o el mercado.
Sin embargo, el ámbito rural mantiene ciertos elementos de tradición, costumbres, estilos de vida y de pensamiento que se contradicen con el mundo moderno caracterizado por el estrés, la rutina.
Los campesinos suelen levantarse entre las 3 y 4 de la mañana, los hombres van a dar comer a los animales y las mujeres a cocinar, para luego acompañar en las labores, algunos varones regresan y otros se quedan para empezar su labor muy temprano.
Con la llegada de las tecnologías y modas, se está perdiendo poco a poco algunas tradiciones en distintos lugares del Perú. Ese no es el caso con el típico, colorido y peculiar "Poncho".
Ademas debido al clima, los pobladores y visitantes de la provincia de Huancabamba, usan el "poncho", es un tejido de lana de oveja o hilo en telar de cintura, y de variados colores según los caseríos y distritos. El más difundido es el poncho canchaqueño o "poncho moro".
Los habitantes de Huancabamba son fieles a la idea de las revelaciones que los conduce a la creencia de las fuerzas ocultas provocadas por seres extraordinarios espiritualizados que influyen en el comportamiento humano.
Es común la creencia de la Occhucununa, duende que habita en los pantanos o quebradas y que, por las noches se les ve o se escucha el llanto a manera de un niño recién nacido.
Otra creencia consiste en la transformación del hombre en león, esto ocurre luego de beber un preparado con las hojas de la planta denominada "misha - león". La shingalla es otra creencia que provoca el temor entre la gente, por último la a los espíritus que rondan por los pueblos los llaman "sombra".